Viviendas verdes, sostenibilidad ecológica y energética.

Es bueno saber que en España ya existen edificios de consumo de energía casi nulo. El País nos ofrece esta buena noticia, más viviendas verdes para nuestro país.

A España, como al resto de países europeos, le quedan tres años para que todas las viviendas nuevas que se construyan tengan un consumo de energía casi nulo. En 2020 la energía requerida tendrá que ser muy baja y la poca que se necesite deberá ser aportada por renovables localizadas en el propio edificio o en su entorno. «La edificación es consumidora de un 40% de la energía durante su uso y productora de un 30% de las emisiones de CO2; ambas son razones suficientes para actuar», explica Inés Leal, arquitecto y directora del Congreso de Edificios de Energía casi Nula. En el caso de los inmuebles públicos el plazo es 2018.

Pero, a diferencia de otros países, como Dinamarca o Austria, que ya han presentado sus planes para definir qué son estos edificios con un consumo de energía casi nulo, España va con retraso. El Ministerio de Fomento trabaja —actualmente en fase de audiencia pública— en un nuevo documento del Código Técnico de la Edificación (CTE) que, previsiblemente, se aprobará en julio de 2018 y entrará en vigor en 2019 y que perfilará los nuevos límites. Se estima que los inmuebles nuevos van a tener ahorros de energía entre el 60% y el 80% respecto a los tradicionales. En el caso de la rehabilitación, al menos un 40% o 50%.

Pero también se prevé que abra la puerta de par en par al autoconsumo. «La nueva regulación impulsará definitivamente el autoconsumo y la generación de energía eléctrica de los edificios, algo que en la actualidad es residual», cree Luis Cabrera, director de Energía y Sostenibilidad de CBRE España. «La obligación de tener energías renovables va a tener que modificar la normativa de autoconsumo y balance neto actual, para que sea más favorable al consumidor. Lo que no está tan claro es que la energía sobrante se pueda volcar en la red eléctrica», reflexiona Leal.

Mientras llega, y a pesar del vacío legal, en España ya existen decenas de edificios de consumo casi nulo promovidos por las administraciones públicas, por promotores privados y por cooperativas de viviendas que van más allá de las exigencias de la actual y tibia normativa de construcción española. «Son ya una realidad en nuestro país. El Congreso de Edificios de Energía casi Nula de 2016 demostró que la evolución del mercado en estos dos últimos años es realmente notable», apunta Leal. La cuarta edición de este congreso se va a celebrar en diciembre en Madrid y hasta la fecha ya hay más de 30 proyectos de este tipo listos para hacer su presentación oficial.

Dando ejemplo

Hay ejemplos por toda España de viviendas que apenas consumen energía. En régimen de cooperativa, el más relevante son los 80 pisos de Arroyo Bodonal en Tres Cantos (Madrid), que ha logrado el máximo reconocimiento internacional por su sostenibilidad ecológica y energética. Algunas comunidades autónomas están siendo punta de lanza, como la vasca. Y también la navarra, que ha firmado un acuerdo para promover estos inmuebles en la Comunidad Foral.

También el sector privado está dando ejemplo. Hay promotoras y constructoras regionales que ya están centradas en esta forma de construir, como Domeño, de Pamplona; o Grupo Lobe, de Zaragoza. Detrás del Edificio Valdecero, en Valdemoro (Madrid), está Geoh, un grupo inmobiliario especializado en viviendas bioclimáticas. El bloque consigue un ahorro del 90% de la energía: de pagar 785 euros al año en calefacción se pasa a 50 euros. La entrega está prevista para 2018.

También alguna de las grandes promotoras, como Vía Célere, evidencian el cambio. Tiene cinco residenciales en Madrid con consumo casi nulo en los que se ha optado por la implantación de sistemas de geotermia centralizados. Y ya hay estudios de arquitectura volcados, como el navarro Varquitectos o el de Ruiz-Larrea & Asociados, entre otros. «En todos los proyectos que hacemos seguimos criterios de consumo casi nulo, lo que se consigue con la envolvente, esto es, reduciendo la demanda de energía con la arquitectura; también con instalaciones que sean lo más eficientes posible y con el uso de energías renovables para cubrir el máximo consumo», señala Miguel Díaz, del estudio Ruiz-Larrea & Asociados. «Trabajamos para conseguir que el edificio consuma 15 kilovatios por hora y metro cuadrado al año», dice. Muy inferior a los 40 kilovatios, el límite actual para viviendas con una calificación energética A. «Hay que tener en cuenta que el parque edificatorio está muy mal aislado y hay inmuebles que consumen más de 200 kilovatios», aclara Díaz.

Este estudio ha sido el encargado de dar forma a uno de los últimos proyectos con consumo casi nulo. Es el complejo Innova Torrejón, de 92 viviendas, promovido por Solvia en Torrejón de Ardoz (Madrid). El bajo consumo energético se ha conseguido con criterios bioclimáticos, reforzando el aislamiento térmico y con un sistema de producción de energía mediante geotermia. Los pisos se entregarán a finales de 2019.

Hay más ejemplos. El estudio Varquitectos ha diseñado este año en Pamplona otro bloque que requiere muy poca energía. Dicen que con el calor que genera un secador de pelo bastaría para calentar dos de las 29 viviendas construidas en el barrio de Soto de Lezkairu. Este proyecto, como muchos otros, ha recibido el certificado estándar Passivhaus que, aunque no es obligatorio y tampoco es el único, sí avala que su consumo energético es prácticamente nulo gracias, fundamentalmente, a un buen aislamiento. «El estándar, muy usado en Europa Central, garantiza un consumo mínimo de energía: no más de 15 kilovatios hora por cada metro cuadrado al cabo de un año», dice Adelina Uriarte, presidenta de la Plataforma de Edificación Passivhaus. Es un tercio de lo que permite ahora el CTE. Bajo estos criterios se están certificando decenas de proyectos en Zaragoza, Teruel, Valladolid, Madrid, Valencia o Pamplona.

Lo que no está claro aún es si construir estos inmuebles será más caro. «Si se realiza un urbanismo adecuado, un diseño arquitectónico enfocado en la mayor reducción de demanda energética posible, una utilización de instalaciones adecuadas y la incorporación de energías renovables, me atrevería a decir que puede resultar más económico en el tiempo. La viabilidad económica ya no es excusa para hacer la transición a edificios que apenas consuman energía», admite Inés Leal. Distinta es la opinión en Vía Célere. «El encarecimiento es debido al sobrecoste en la envolvente del edificio, tanto a nivel de aislamientos en fachadas, cubiertas o suelos, como a nivel de carpinterías. Y en la mejora de la eficiencia de las instalaciones. Suponen alrededor de un 18% de sobrecoste en las partidas relativas a envolventes e instalaciones».